CASTILLO INTERIOR - Cristina Sánchez Rodríguez

"Dichoso el corazón enamorado" (Santa Teresa de Jesús)

Libro: "Elévate más allá de las formas"

Cristina S. R.

Portada del libro

 

Portada libro Elévate más allá de las formas

 

Contraportada del libro

 

Contraportada libro Elévate más allá de las formas

Citas previas

 

"Existencia, Conocimiento, Beatitud, forma y nombre son los cinco factores que constituyen un objeto. De éstos, las características de los tres primeros pertenecen a la Esencia de Brahman (Dios). Los dos últimos pertenecen al mundo."

(Swami Sivananda)

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"El amor es la mejor religión asequible"

(Samael Aun Weor.)

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"Mi corazón es capaz de tomar distintas formas: es el claustro del monje cristiano, (...), una pradera para las gacelas, la "Ka'ba" del peregrino, las tablas de las Leyes Mosaicas, el Corán... mi credo es amor; de cualquier dirección que se vuelven sus camellas, el amor es siempre, mi credo y mi fe."

(Al-Shustarí; místico sufí que vivió en la España musulmana del siglo XIII.)

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"Tampoco hay que temer en que la memoria vaya vacía de sus formas y figuras, que, pues Dios no tiene forma ni figura, segura va vacía de forma y figura y más acercándose a Dios. Porque, cuanto más se arrimare a la imaginación, más se aleja de Dios y en más peligro va, pues que Dios, siendo como es incogitable, no cabe en la imaginación."

(San Juan de la Cruz.)

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"Hasta ahora has pensado que tus cinco sentidos te informan sobre el mundo exterior. No es así, no hay tal mundo exterior ni hay tal mundo interior. Estos son ilusorios conceptos que no pueden penetrar más allá de las formas. Lo real es que no eres forma, y que siendo La Vida, eres todo cuanto ES."

(El hombre de Kariot)

 

1. Introducción

 

"Reconocer las tinieblas es el comienzo para encontrar la luz"

En el Testamento Atlante del Saber, aprendemos: "A medida que ares, te vendrá el deber de sembrar para quienes no pueden trabajar ni arar la tierra".

 

1.1 Agradecimientos

Los conocimientos que están vertidos en este libro no son invención mía. Son el resultado de mucho tiempo de estudio sobre los conocimientos que otros, mucho más avanzados que yo en este campo de estudio, han entregado a la humanidad. Aunque en la forma de explicarlos he dejado sentir mi propia experiencia personal sobre estos conocimientos, nada de esto hubiese sido posible sin los pasos previos de los que han andado el camino antes que yo. A todos esos Maestros espirituales, que en mayor o menor medida han influido en mi trabajo espiritual, me han guiado y orientado, les doy las gracias. En realidad el contenido de este libro no me pertenece. Me dieron de beber otros que cogieron su agua de una fuente que no se seca nunca. Esta fuente es de todos. Nadie puede apropiársela, y el que lo hace acaba secando su porción. Dichoso el que pueda encontrarla. Los Maestros que han bebido de ella pueden indicarte donde está. Búscalos y encontrarás la fuente. Sabrás que el agua es verdadera porque conocerás su infinitud, generosidad y abundancia. Recoge según te permite tu propio vaso. Pero no la hagas tuya, porque entonces, la perderás.

Los Maestros son muchos, aunque comparados con el grueso de la humanidad que aún no ha alcanzado la Maestría espiritual, en realidad son muy pocos. Sólo como agradecimiento y valorización de su esfuerzo, deberíamos intentar ser como ellos. La humanidad necesita Maestros espirituales de alta talla. ¿Quisieras ser tú uno más? Ellos se han sucedido generación tras generación. Desde la antigüedad hemos tenido Maestros espirituales que han ido pasando el relevo a sus discípulos, y así sucesivamente, hasta llegar a nuestros días. Época tras época, cultura tras cultura; los buscadores de conocimiento espiritual y los servidores incondicionales de la humanidad han ido hollando su senda. Sin despreciar a ningún Maestro cuya Obra está sostenida por el bordón del Amor, la Sinceridad, la Entrega y la Bondad, sin importarme su época o su religión, me he acercado a ellos con el impulso de aprender a ser una mejor persona.

No diré nombres de momento, pero para todos ellos, los antiguos y los actuales; muchas gracias. Espero que este libro pueda agradaros a vosotros tanto como a mí me han agradado los vuestros.

Gracias por vuestro desinteresado esfuerzo y trabajo. Gracias por ser una Guía en el Camino. Gracias por ayudar a superar los pequeños problemas y los grandes. Gracias por esa alegría en un momento de tristeza. Gracias por la salud y la tranquilidad en momentos de tormenta. Gracias por haber transformado el trabajo en un sacrificio de alegría. Gracias por sostener nuestra alma vibrando en armonía con la creación para que la orquesta universal no se desafine.

Igual que el Sol que nos alumbra, os habéis convertido en antorcha inagotable que dispensa su calor y luz por entero a toda la creación. Toda criatura se ve bendecida por esto. El Sol nos alumbra gratuitamente. Nos lo da todo sin pedir nada. Y sin embargo, nunca se agota. Así es un Maestro espiritual, porque ellos llevan el Sol dentro de sí. Yo aún no he conseguido encender mi propio Sol, pero lucho por ello, y generosamente también quiero dar, igual que vosotros, el calor que me habéis transmitido, aunque sea solo eso lo único que pueda dar.

Gracias al Sol y a los Maestros que se han fundido con Él. En ellos ya no existen los límites.

 

1.2 Para quién va dirigido este libro.

Este libro está pensado para toda la Humanidad. La religión específica de una persona no debe ser impedimento para acceder a estos contenidos, porque lo que aquí se dice no se contrapone en nada con ninguna religión. Va más allá de ellas, ofrece una visión global de la espiritualidad, pero no supone entrar en contradicción con ninguna.

Es un libro para personas con inquietudes espirituales. No hace falta ser un monje, o una persona de vocación religiosa para interesarse por Dios, por lo trascendente, por elevar nuestra vida y lograr mayor plenitud, felicidad, equilibrio, armonía... Muchas veces, las personas normales, con un trabajo, familia, obligaciones en la vida, etc. son las que más necesitan esto. Y también es la sociedad la que más necesita que estas personas "normales" sean las más interesadas en sentir la necesidad de estos anhelos; porque son ellas las que intervienen directamente en el desenvolvimiento de la vida.

Necesitamos superar muchos problemas para que la humanidad pueda gozar de felicidad. Pero hay que empezar por los problemas de casa. Son muchas las personas que sufren: dificultades con los hijos, en el trabajo, problemas matrimoniales... El contenido de este libro puede ayudar mucho, o por lo menos a mi me ha ayudado, a superar estos problemas y llevar un poco más de consuelo, no solo a mi alma, sino a las almas de otros. En este libro se habla mucho de mística, pero el lector comprobará, que por muy "elevados" que le resulten algunos planteamientos, hay una serie de medidas prácticas, muy concretas y al alcance de la mano de cualquier persona normal; que lejos de pretender llegar a una vivencia mística, puede simplemente aplicarlas para ganar un grado más elevado de felicidad y mejorar su vida. Al ir cambiando poco a poco, al reorientar nuestra visión de la vida, no solo logramos plenitud y satisfacción personal, podemos llegar incluso a convertirnos en místicos, aunque ese no sea nuestro objetivo. La posibilidad de elevarnos sobre nuestra condición actual, sea en el nivel que sea, es un derecho que el ser humano tiene que aprender a aprovechar, cada uno conforme sus posibilidades. Con este fin se ha escrito este libro.

La vida en el mundo ha tendido a olvidarse de Dios. Esto ha llevado a muchas personas espirituales a buscar un refugio viviendo en un universo a parte, encerradas en monasterios, ermitas... No han tenido mucho problema en dejar los apegos materiales, por lo general muy valorados por el resto de los seres humanos, para tomar ese tipo de vida. Si preguntamos a estas personas y las comparamos con los "normales"; podemos observar que en general gozan de un nivel de felicidad más alto. ¿Por qué puede ser esto, a pesar de haber dejado tantas cosas? Seamos ateos o no, es un hecho constatable, que estas personas gozan de un alto grado de felicidad. Llamémoslo Dios, o como queramos; lo cierto es que el hecho de orientar nuestra vida hacia Algo superior, dedicarle tiempo y regular nuestro comportamiento según ese ideal abstracto y de los valores que de Él se emanan, proporciona felicidad, beatitud y calidad de vida.

Pero si no eres monje, si dispones de muy poco tiempo, si las obligaciones te asfixian, pero sientes que algo en ti te pide una mayor elevación aunque no puedas dejar así como así tus deberes, familia, trabajo... aquí tienes un método condensado de espiritualidad. Sencillo y muy efectivo; tan útil tanto para el religioso que ha dejado todo para dedicarse a Dios, como para el hombre de negocios archiocupado y superestresado. Porque, por muy paradójico que parezca, también en las ocupaciones mundanas uno debe buscar a Dios y ponerle por guía de su vida material, y con mayor necesidad incluso que el religioso dedicado. Aunque el hombre de vida mundana siga realizando las mismas tareas que antes, al cambiar de visión y aplicar este método de trabajo verá que algo dentro de él cambia. Tendrá mayores aciertos, el trabajo será más llevadero, la felicidad vendrá por sí sola, se adaptará mejor a las circunstancias, superará mejor los problemas, aprenderá a vivir con calma en medio de la tempestad más angustiosa... Ganará una fortaleza de espíritu incluso mayor que el que se aísla del mundo porque en medio de la flaqueza y la adversidad es como se ganan las virtudes. Quien aprende así a resistir, en su equilibrio personal, se vuelve invencible. Quiero recordar, en este punto, lo que dice el Maestro Swami Sivananda:

"46. El mundo no está separado de ti. 47. Para entender el mundo primero has de entenderte a ti mismo. 48. Tus problemas son los problemas del mundo. 49. Conócete a ti mismo. Conquístate a ti mismo. Conoce a los demás. 50. Conoce el modo de volver hacia ti. Volver a ti es encontrarte. La discriminación, la aspiración, la renuncia y la meditación constituyen el modo de volver a ti mismo. 51. ¡Oh, hombre! Conoce la Verdad pura Única, que no está ni limitada ni liberada"

Estas personas pueden convertirse en una bendición para el mundo, mientras viven en el mundo, aunque en realidad la vibración de su alma personal no pertenece al mundo, pertenece a Dios. Es Dios quien absorbe el mundo, y sin dejarlo desaparecer, el mundo queda sometido a Dios y regido por las Leyes Divinas. Lo físico y material es un eslabón más de una Realidad sobrenatural con la que tiene que estar conectada en armonía y dependencia de lo Superior.

Esta idea no se comprende de repente, porque aunque nuestra mente pueda aceptarla y asumirla, hasta que no la sentimos plenamente y la llevamos al campo de los hechos prácticos y concretos de nuestra vida; no podemos decir que la hemos comprendido. Este "aprender a vivir primero en Dios y luego en el mundo" es una cosa práctica, no teórica. Por tanto, práctica es lo que necesitamos. Práctica en el día a día, en las diferentes circunstancias de la vida. En medio de las dificultades. Práctica orientada según un método que nos ayudará a conseguir este ideal más fácilmente. Y poco a poco, por medio de la perseverancia, habremos cristalizado el ideal que buscamos.

Sobre este método habla este libro. En realidad son muchos los métodos con los que puede contar una persona para lograr esto. Mejor que ella nadie sabe cual es el método que más le conviene. Yo he probado muchos. En general no he despreciado casi ninguno, pero de acuerdo a mi experiencia personal, unos me han resultado más efectivos que otros. En este libro explico varios. En el punto 2, explico más detalladamente sobre los métodos que voy a hablar y como he estructurado el libro según la efectividad de los mismos, probada de acuerdo a mi experiencia personal. Quiere esto decir, que los métodos que yo pueda considerar más efectivos, no necesariamente son los que puede considerar otra persona. Este punto queda abierto a la experiencia de cada cual, porque el querido lector comprobará el eminente carácter práctico de este libro, y de que nunca se terminará de estudiar si no se ha practicado.

A aquellos que no se sientan con vocación de poner en práctica estos contenidos, les pediría que no se pronunciasen ni en contra ni a favor de estos métodos. Para juzgar este libro no basta con haberlo leído. La educación del alma, no es una cuestión de "cerebritos". También hay que educar las emociones que son las que nos "templan" y generan inclinación a actuar; y más importante aún, las acciones que son las que nos definen y generan las consecuencias que traen dolor o felicidad a la humanidad. Sobre las olas emanadas de estas consecuencias podemos elevarnos, como el surfista que cabalga por encima de ellas; o generar tanta distorsión que nuestra tabla vaya a la deriva y corramos el peligro de ahogarnos, e incluso de ahogar a otros.

Si eres un intrépido buscador de la Verdad, si buscas ayudar a los demás y traer un poco de paz al mundo, si quieres aprender a vibrar en una longitud de onda más elevada...pero no puedes escaparte del mundo, creo que este libro puede ayudarte mucho..

Si eres un contemplativo, un religioso dedicado, aprovecha la ventaja de tu situación para profundizar más y más. Mucho más de lo que ya lo has hecho. Mucho más de lo que yo pueda transmitirte. El conocimiento y la maduración espiritual es algo íntimo e individual, pertenece a cada uno. Recuerda que nunca se termina de ascender. Quizás el contenido de este libro te de más herramientas, sin desdeñar las que ya tienes, para esta búsqueda sin fin.

 

1.3 Sobre quién ha escrito este libro y para que lo he escrito.

Lo verdaderamente importante, no es la persona que ha escrito este libro, sino los contenidos que en él están volcados. No obstante, y dado que es necesaria una coherencia entre lo que se dice y lo que se hace; se debe ser en las obras como se es en los pensamientos; creo oportuno ilustrar un poco sobre mi persona, explicar como vivo mi vida y que me ha llevado a escribir este libro.

Aún me falta mucho por aprender pero en la poca o mucha experiencia que pueda tener en el campo de lo espiritual, creo que debo compartirla con todos aquellos que puedan encontrar en ella algún tipo de ayuda o de inspiración. Tomadla y hacedla vuestra. Aplicarla a vuestra vida y dadla el nuevo aliento de vuestra vivencia personal. Ayudad a continuar el camino que otros, no solo yo, nos han dejado empezado, y que algunos muy afortunados ya han andado con mayor avance. El propósito de este libro es ayudar y compartir.

Yo no escribo esto para formarme una escuela de discípulos, ni para establecer una nueva secta de turno o de organización. Cada uno debe decidir por si mismo donde quiere estar. A que religión pertenecer y por quien quiere dejarse guiar. Este libro lo único que quiere ser es una ventana abierta más, entre otras muchas posibilidades, a un tipo de espiritualidad que puede ser un nuevo reto y desafío para algunas personas que anhelan una realización personal en la línea que yo planteo. Quiere ser una voz de aliento y una forma de ayudar, aunque quizás muy imperfecta.

En este libro he procurado explicar todo con mucho detalle, no obstante la escuela de la vida es tan amplia que las palabras no alcanzan tanto. Las preguntas que queden sin respuestas, tendrán que responderse según la comprensión y experiencia de cada persona. Cada buscador puede estudiar los contenidos sin salir de su casa, sin cambiar sus obligaciones y sin necesidad de alistarse en ningún grupo u organización de tipo religioso.

Yo soy una persona que vivo de mi trabajo. Me gano el pan con el sudor de mi frente, como una persona corriente. Soy una de esas personas "normales" de las que hablaba antes, con obligaciones familiares y deberes sociales. A pesar de vivir en el mundo, siempre tuve, desde muy jovencita, inquietudes espirituales. Me pasaba horas y horas leyendo libros escritos por Maestros. Y así poco a poco, con la ayuda de Dios primero y mi esfuerzo después, fui perfilando mi método de trabajo espiritual, que compagino con mis actividades materiales y mis obligaciones. En este libro hablo desde mi experiencia fundamentalmente; por eso digo que la posibilidad de la elevación espiritual está al alcance de la mano de cualquier persona inmersa en el mundo, al igual que yo lo estoy, aunque sinceramente, el mundo de hoy en día que hemos creado los seres humanos no me guste mucho. Pero bueno, es lo que hay, y para eso estamos aquí y hablamos de elevación; para fortalecernos y transmutarnos a nosotros y como consecuencia a nuestras circunstancias. Por muy difíciles y complicadas que nos parezcan nuestras circunstancias, por muy poco que creamos que contribuyen a fortalecer nuestra inclinación por lo espiritual, realmente siempre tenemos la oportunidad de esforzarnos en medio de la adversidad. En este trabajo, querer es poder. Y desde luego, cuanto más oscuras y dificultosas sean nuestras condiciones, aunque mucho más voluntad sea la que necesitemos, también mucha mayor experiencia y conocimiento ganaremos si las superamos y mucho más hábiles seremos para poder ayudar a otros. Hay un adagio que dice: "Dame trabajos, Señor; pero con ellos fuerza." Por tanto "si te consume el celo del amor de Dios del profeta Elías"; "si en tu pecho arde la llama por el amor de Dios"; lucha por avivarla y no dejes que las tempestades del mundo la apaguen; porque ella te traerá a tí y a los tuyos, dones, dicha y felicidad.

Aunque hayas caído en el más profundo de los abismos, y te sientas sin fuerzas, aquí te entrego un método de trabajo para que hagas de tripas corazón y aprendas a encender una lucecilla en medio de la oscuridad.

En la gran mayoría de los casos, esta superación únicamente implica un cambio de Psicología interior. Otras pueden llevar un cambio de circunstancias. Pero sin un cambio interior previo, todo cambio de circunstancias es inútil.

Este libro no se ha escrito para ganar dinero. Para la satisfacción de mis necesidades materiales tengo mi trabajo material. Porque mis necesidades espirituales solo se satisfacen con el espíritu. Y el espíritu que yo anhelo es ilimitado y todo lo da sin recibir nada a cambio, porque en la dicha de ser y darse a si mismo por el mismo ser, se retro-alimenta. Por tanto, sería absurdo pretender buscar una compensación económica a este tipo de conocimientos. Esa actitud me apartaría de la meta. El tiempo que no dedico a mi trabajo material, se lo dedico totalmente a mi trabajo espiritual, y es en ese tiempo libre en el que he escrito esto. Bueno, en realidad, cuando estoy en mi trabajo material, también se lo dedico a Dios, porque Él siempre es el fin último.

Por tanto, no me gustaría que otros utilizaran los conocimientos de este libro para ganar dinero. No se beneficiarían de este método espiritual porque caerían en contradicción y así no puede darse la elevación. Estos conocimientos no nos pertenecen, ya lo expliqué en la sección de agradecimientos. No podemos apropiarnos de lo que es de Él. De Él salen, a través de nosotros deben de expandirse, y también a través de nosotros deben de recogerse para volver otra vez a su fuente original. Así la fuente de Dios y nuestra fuente personal no se secarán nunca.

Si algún día este libro se edita, no quiero quedarme con nada del dinero que se recaude de su venta. Los gastos de edición correrán por cuenta de mi bolsillo. Si tengo la suerte de generar muchas ganancias con las ventas de este libro, donaré todo a obras de caridad. Se podrá creer en este método o no; pero muy claro quiero dejar que soy sincera con lo que digo y a nadie pretendo tomar el pelo. Si enseño estas cosas es porque las he vivido y creo en ellas.

A parte de mi trabajo material, tengo un maravilloso esposo que es otro regalo de Dios y que comparte conmigo esta aventura espiritual a la que me he lanzado. Juntos nos repartimos las obligaciones del hogar, intentando buscar armonía entre los trabajos que desempeñamos tanto fuera del hogar como dentro. La gracia de Dios nos ha permitido compaginar todos estos aspectos materiales con los espirituales. Siempre hemos procurado organizarnos y obligarnos a reservar un poco de tiempo para lo exclusivamente espiritual. En determinados momentos conviene frenar el deseo de ascender dentro de tu trabajo material ya que esto puede llevarte a olvidar, la codicia ciega; y no dejas tiempo para lo espiritual. No obstante, la forma de equilibrar esfuerzos en lo material y lo espiritual, porque ambos aspectos requieren esfuerzo, es una fórmula que ha de resolverse por cada persona. Aquí yo no puedo dar recetas. En principio, nosotros siempre hemos buscado el equilibrio entre lo material y lo espiritual, con la caridad como fin último. No amamos las riquezas, aunque las tengamos, amamos a Dios. El crecimiento material y espiritual que buscamos es para el bien de los demás.

En realidad hay que tener muy en cuenta, que aunque la responsabilidad de crecer material y espiritualmente depende de uno; es Dios quién puede permitir esa Gracia y posibilitar las circunstancias adecuadas para ello o no. Por eso siempre a Él tenemos que mirar y no poner vanamente en las riquezas la voluntad. La voluntad se pone en Dios, que es el dador de todo, para que el día que venga a reclamarnos todo lo que nos ha dado, podamos entregárselo sin reservas y retornar a Él, la fuente inagotable de vida, engrandecida con los frutos de nuestro esfuerzo. Si no sabemos retornar a Él, ya sea en vida o en muerte, nunca nos elevaremos y experimentaremos la dicha.

Por último decir, que conseguir la armonía en el hogar es el primer paso para lograr la armonía fuera de él. Por eso es muy importante como establecemos las relaciones dentro de nuestra familia y como repartimos los roles y trabajos del hogar. Sobre esto, creo que no hay recetas. Cada familia, cada matrimonio, pareja o cada persona debe buscar su fórmula. Hay sistemas más tradicionales y otros más innovadores. En mi opinión personal, creo que todos sirven si hay armonía, respeto entre todos los miembros y los hijos no están desatendidos. Tenemos que demostrar que nos hemos elevado primeramente en la intimidad de nuestro hogar. Es hipocresía poner una cara delante de la sociedad y aparentar ser buenos; y luego con nuestra pareja o familia actuar completamente distinto.

Si nuestro hogar está equilibrado, dispondremos de una buena base o trampolín, que puede facilitarnos mucho el impulso siguiente de equilibrarnos con el resto de la sociedad. Nuestro hogar puede y debe llegar a convertirse en nuestro "refugio espiritual", nuestro pequeño monasterio desde donde cogemos aliento y fuerza para seguir adelante con los trabajos de la vida.

Para acabar, quiero citar lo que dice Víctor Hugo: "A nadie le faltan las fuerzas; lo que a muchísimos les falta es voluntad."

 

1.4 No juzgar esta obra

No diré aquí nada nuevo que no haya dicho antes, pero quiero dejar bien claras algunas cosas, porque es posible, que la lectura de esta obra suscite una gran variedad de opiniones entre los lectores cosa que no es lo que ando buscando. No busco opiniones. Busco obras y hechos.

Primero insistir nuevamente, que es el amor, la caridad, o el deseo de querer ayudar a los demás, lo que me ha llevado a escribir, independientemente de los muchos o menos errores que en este libro pueda haber. Algunos piensen tal vez que he actuado por presunción o por orgullo. Quisiera poner lo que Joaquín de Fiore dijo cuando a él le acusaron de escribir por presunción ciertas obras de corte apocalíptico. Esta obra no es apocalíptica, pero, el mismo motivo de caridad que a él le llevó a escribir sus cosas; es el mismo que me mueve a mi a escribir las mías.

"Habiendo pues, con la gracia de Cristo, terminado esta pequeña obra, me encuentro en la obligación de responder a aquellos que me acusen de presunción, que la he emprendido solamente impulsado por el único sentimiento de la caridad, porque sé bien que está escrito en el libro de los Salmos!: "¡Dios disipará los huesos de aquellos que buscan agradar a los hombres porque Dios los desprecia!". Que ellos sepan pues que no he comenzado este libro ni por una presunción orgullosa, ni por una suerte de seguridad en la piedad, ni por un aseguramiento formal en la fuerza de mi espíritu, (...)"

Me gustaría que la gente se acerque a los contenidos de esta obra con una actitud muy abierta. No quiero que se me condene, pero tampoco quiero que se me ponga en un altar. Esta obra está escrita por una persona normal, con sus aciertos y errores, y como tal; tendrá cosas mejores y peores. Lo ideal es que cada uno analice y practique lo que aquí se dice. Que viva en sus propias carnes los beneficios de las prácticas que aquí se entregan. No he escrito esto para generar opiniones en las gentes, sino para ayudar, por medio de la práctica y del análisis, a que cada uno pueda mejorar su vida en aquel aspecto que quiera. La he escrito para que se practique primero y no para que se opine. Y si aún así, alguien quiere opinar, ya que una opinión no necesariamente implica juicio, me gustaría que hubiese practicado mucho todo lo que aquí se dice antes de decir nada.

También comprendo, que algunas cosas servirán a unos y a otros no. La capacidad para escoger aquello que te vaya o no, es tuya, ya no mía. Este libro se ha escrito para muchos. Es para muchos, porque aunque algunas cosas creas que no te sirven, o se te quedan "muy elevadas", o no te funcionan, o simplemente no tienes inquietud de buscarlas, siempre puede haber algo, alguna idea o práctica que pueda servirte. Pretendo llevar una voz de aliento, de auto-ayuda, para todo aquel que comprenda en algún momento de su vida la necesidad de su superación personal. Pero también hay cosas, que sólo a muy pocos atraerán. Hay ideas espiritualmente más profundas que sólo pueden motivar e interesar a unos pocos. Yo quisiera con esta obra llegar a todos, a los muchos y a los pocos; sin entrar a hacer juicios de valor sobre el método o camino que elija cada uno. Esperando que cada cual sepa, a la luz de su inteligencia personal y como fruto de su maduración individual, que camino quiere elegir, y que cosas de este libro son las que le sirven y las que no.

Acerca de los juicios de valor que a veces hacemos sobre las personas o sus conductas, sean estos positivos o negativos, quisiera dar algunas ideas: Todos tenemos cosas buenas y malas, por eso nadie es taxativamente malo ni bueno. El alma de cada persona tiene muchísimos aspectos, que ni siquiera conocemos en nosotros mismos, ¿como vamos a tener el valor de juzgar a otros cuando ni siquiera a nosotros nos conocemos en profundidad? Siempre lo mejor es observar, y aprender. Siempre es mejor pensar, cuando veamos un comportamiento ajeno en alguien, lo siguiente: "yo haría eso o no lo haría"; pero nunca pensar "Fulanito es malo por esto o bueno" o "Zutanito es un traidor" o "Menganito es un genio". Mejor es decir. "Voy a seguir el ejemplo de Menganito en este aspecto", o "Lo que hace Zutanito yo no lo hago"; pero todo esto sin juicios de valor. Es esa la actitud con la que a mi me gustaría que se leyese este libro. No busco que la gente se crea nada. Sólo quiero que practiquen y elijan aquello que les sirva.

Los múltiples aspectos del alma de una persona son profundos e insondables, de ahí la verdadera necesidad de no hacer juicios de valor sobre nada, porque lo más seguro es que nos equivoquemos, ya que es imposible conocer todos los secretos de un alma. Este libro también trata del autoconocimiento. Cuando uno se lanza a esa tarea, es cuando comprende lo poco que sabe sobre uno mismo, y es más, cuanto menos sabe sobre los otros.

El único con suficiente capacidad para juzgarnos, para pesar nuestras almas y corazones es Dios. Porque Él lo ve todo y todo lo conoce. A Él no podemos ocultarle secretos, porque es Él mismo Quien se oculta en el Secreto. Quien penetra donde nada puede penetrar. Él es quien puede pesar y juzgar con equidad, no nosotros. A nosotros lo único que nos corresponde es observar, analizar y aprender de lo que nos rodea y elegir aquellas opciones que nos vuelvan personas con más capacidad para amar a los demás y ser más útiles en la sociedad. Sólo espero que con este libro encuentres una ayudita más para lograr este objetivo.

Recordemos las palabras del Maestro Jesús: "No juzguéis y no seréis juzgados" "Quien esté libre de pecado que tire la primera piedra."

Y San Juan de la Cruz nos hace esta reflexión sobre lo que ocurre cuando tendemos a juzgar a otros:

"Que esta es la bajeza de esta nuestra condición de vida, que, como nosotros estamos, pensamos que están los otros, y como somos, juzgamos a los demás, saliendo el juicio y comenzando de nosotros mismos, y no de afuera. Y así el ladrón piensa que los otros también hurtan; y el lujurioso piensa que los otros lo son; y el malicioso, que los otros son maliciosos, saliendo aquel juicio de su malicia; y el bueno piensa bien de los demás, saliendo aquel juicio de la bondad que él tiene en sí concebida; el que es descuidado y dormido, parécele que los otros lo son".

Por tanto, este libro, escrito únicamente con una intención de amor, en la que respeto las decisiones y opiniones de todos; y donde ofrezco multitud de caminos, tanto para los muchos como para los pocos; es también un llamado a la misericordia y a la ayuda, no sólo para mí, sino para toda la humanidad.

"Hablad y actuad como quienes han de ser juzgados por una ley de libertad. Pues habrá un juicio sin misericordia para quien no practicó misericordia; pero la misericordia triunfa sobre el juicio." (Santiago 2, 12-13 )

 

 


 

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3.1. Las diferentes religiones en el mundo y la conciencia cósmica universal. Las diferentes lenguas y melodías de lo divino.

 

Hace tiempo que comprendí que para entender Aquello que no tiene límite y forma; hay que desechar todas las formas. Es posible que hoy todavía siga sin comprender, pero en ese no saber, siento que cualquier forma o concepto al que me quiera agarrar me sigue sujetando al mundo de la ilusión. Pero Él está ahí, en cada átomo, en cada Ser, en el aliento de Vida, todo sigue y se desenvuelve, cambiando continuamente, cambiando de forma y de nombre, cambiando de estado... pero su motor de fuego que impulsa su cambio, su bajo continuo armonioso y acompasado, sigue ahí. No intentes cogerlo, pues como el aire, se escapa al cerrar la mano. No pienses, rompe las formas de tu mente, no sabes nada, párate, húndete en lo profundo de tu ser, siente, siente, siente... el latido silencioso del eco de la Creación vibrando en cada átomo de tu Ser.

Hazte un vacío para escuchar en el silencio. Tú formas parte de Él y Él de tí. No hay fronteras ni divisiones entre Tú y Él. No hay límites. Solo la mente imperfecta crea los límites. Tus células y tus átomos forman un continuo con toda la Creación, igual que las estrellas, células del universo, se agrupan en constelaciones y se diseminan por el universo infinito.

Hay muchas cosas que pueden llenar el mundo. Pero sólo hay una cosa que puede llenar el vacío y la nada, porque es ilimitado, transubstancial, y al no tener límites a todo llega y en todo penetra. Por eso puede llenar y penetrar en la nada y en el vacío. En la nada y en el vacío te encontrarás con Él cara a cara. En su estado más puro; porque aunque podemos verle en todo, al quitar todo ya sólo queda Él, que nunca se va, sin disfraz, sin velos ilusorios. Búscale y Conócele. También te conocerás a ti. Conócele y ámale. También te amarás a ti. ÁmaLe y sírveLe. También sabrás servir a los demás. Y como tú no eres, sino nada, ¿a quién más pretendes servir? Servirse a uno mismo si no es servirse en nada no es servir para nada. Por tanto no esperes nada cuando sirvas, porque la nada lo llena todo. Ámale y gózate en Él. Y descubrirás que Él ya te amaba antes de que tú te dieses cuenta. ¿Cuánto más le vas a hacer esperar?

Nada posees viviendo en Él, porque al poseer y al acaparar, no queda más remedio que hacer partes y a Él es imposible partirlo. La persona que para comprenderLe necesita partirLe y hacerLe en conceptos queda desposeído de Él y encerrado en la cárcel de su ilusión y los muros de esta cárcel son la dureza del fósil que ya no avanza. Pero, ¡oh, misericordia Divina! Hasta la madre naturaleza, tu trabajadora esposa, ha concedido al fósil la cualidad de deshacerse en polvo muy lentamente, para que todo, al final regrese al Todo, y las minúsculas moléculas y átomos del polvo se fundan de nuevo en la Creación. Nada se te escapa. Todo lo abarcas. La Luz y las Tinieblas.

¡Pero yo quiero deshacerme en polvo conscientemente, para acelerar mi fusión contigo! Conscientemente te conoceré. Y sólo conociéndote podré amarte y sentir tu amor. ¡Qué lenta, tediosa y aburrida es la descomposición del fósil. ¡Qué vibrante, rápida e intensa es la descomposición de los que queremos arder en el Fuego de tu Amor! Tú nos descompones y nos das nueva forma, sin forma. ¡Qué dicha tan grande verse libre, sin forma!¡Qué plenitud, ser polvo cósmico y sentir la esencia de las vibraciones que seguirán sonando, incluso cuanto ya todo haya desaparecido! ¡Ámame! ¡Desháceme! ¡Fusióname en Ti!

Deja que el Amor lo llene todo, pues sólo un ánfora ilimitada puede contener aquello que es ilimitado. Tu ánfora está tan unida a las manos de tu alfarero que tu sustancia es continuación de Él mismo. Deja que tu arcilla se amolde a su Voluntad, sé un instrumento al servicio del Creador. No te endurezcas. Mantén tu flexibilidad y frescura rociándote cada mañana con el Agua de Vida. Ama a tu creador como Él te ama respondiendo blandamente a sus impulsos y en su amasar creativo siente el calor de las manos de su Amor.

Esta es mi religión. La religión del Ejad universal, del Uno, del Único que subyace a Todo y está en Todo. Y él mismo es Todo. Él es Quien sustenta la Unidad en la diversidad de la creación. No entiendo otro código, ni hablo otro lenguaje, nada más que ese. Por tanto no me siento identificada con ninguna religión, pero reverencio a todas, porque Él también las ha dado vida, igual que a sus criaturas. Si no reverenciase las religiones, no Le estaría amando.

No obstante, aún, todavía, sigo sin saber nada... ¡Ámame! ¡Desháceme! ¡Fusióname en Ti! Sólo esto siento, sólo esto anhelo... sin saber nada.

Aunque Él es eterno, y el principio y el fin se anudan en Él, no está mal echar un vistazo de vez en cuando a la historia de la humanidad, para ver como este hilo de oro, donde el principio y el fin están anudados, se ha ido desenvolviendo.

Para desenvolverse, ha necesitado bajar a este mundo. Ha necesitado hacerse materia, forma y tomar un nombre para buscarme. Mi Amado vino a por mí y se rebajó a la materia para luego recogerme y llevarme en su seno. ¿Supe responder al llamado con que mi Amado llagó mi corazón? ¿Supo responder la humanidad a los cantos de Aquel que se hizo trovador para conquistarla? ¡Qué ingrata he sido, y que idiota, al ignorar bajo la losa del peso del tiempo de todas las edades los esfuerzos que Tú hacías para recolocar esa losa en el sitio justo! ¿Habrá sido la Humanidad tan ingrata como yo? ¿Ha tenido la Humanidad la dicha de conocer tu Amor?

No sé si viniste a buscar a la Humanidad, pero a mí, que andaba perdida entre ella, sí viniste a buscarme. Y entre la Humanidad anduviste durante edades y edades, desenvolviéndote entre su diversidad, desenrollando el hilo de oro que parte y acaba en tu nudo; para encontrar en esta humanidad el reflejo de tu Amor. Yo quería reflejar ese Amor, pero mi espejo estaba sucio y no podía verme ni verte a ti. Pero tú, entre la humanidad confusa y alborotada seguías trovando tu canción para que yo escuchara.

Para cantar tu canción entre nosotros, te viste obligado a dotarte de materia y forma, y a elegir un código y un lenguaje que nosotros; seres en quién tú estás, pero que no te abarcamos; entendiéramos. Utilizaste las religiones de todas las épocas y todas las lenguas de esta humanidad para cantar tu canción de amor.

Tú eres la paz, la comprensión, el perdón, la justicia, la misericordia, la ley, la bondad, el amor, el entendimiento mutuo, la disciplina y la distensión en equilibrio, la dicha, la severidad, el rigor, la mansedumbre... Por eso en tus canciones y lenguajes siempre recurrías a tu mismo bajo armónico, donde los distintos acordes de esos valores se sucedían armoniosamente, creando un bello y equilibrado desenvolvimiento armónico entre los mismos. Aunque las melodías cambiaban, los instrumentos con los que tocabas también, incluso la lengua con la que hacías tus canciones y la intensidad emocional de tus composiciones; pude darme cuenta que el bajo armónico sobre el que levantabas tu música era siempre muy similar: los mismos tipos de acordes, ahora más elaborados, ahora más sencillos, las mismas tensiones, equilibrios y resoluciones armónicas entre ellos, las mismas cadencias... Estos valores armoniosos y sus relaciones entre ellos, siempre estaban presentes. Por eso aprendí a familiarizarme con ellos, y aprendí a distinguir tu música; incluso fui capaz de unir mi voz con la tuya, sin desentonar a la base armónica que me proponías, porque estaba empezando a reconocerla. A pesar de mi torpeza y ceguedad tu Amor me seguía llamando.

Tú querías que yo cantase contigo. Tú querías intensificar nuestra canción de amor. Más aún, Tú amabas a la Humanidad y querías que la Humanidad cantase contigo; porque había quizás algunos ruidos que se podrían evitar si todos cantásemos en armonía. No necesariamente al unísono, porque todos, ni tenemos la misma voz, ni nos hemos materializado igual; pero al igual que sobre una misma base armónica todos los diferentes y variados instrumentos de una orquesta hacen música juntos, y cada uno toca sus melodías diferentes, con sus timbres y cualidades instrumentales diferentes; así has querido Tú, que todos los pueblos de la Tierra se hayan unido en tu armonía universal, cada uno según su timbre, registro, cualidades musicales, en definitiva cada uno según su cultura, lenguaje y religión.

Por eso les cantaste a todos. Les enseñaste tu música según su lengua. Les transmitiste los valores universales de tu armonía. En la sabiduría de los antiguos faraones, en las culturas precolombinas de América, entre las tribus del Amazonas, en los antiguos caldeos y fenicios, en la religión solar de los celtas, en la religión de los hebreos e israelitas, en los vedantinos de la India, los hinduistas, los budistas, los cristianos, el islam... y muchas más religiones; unas se expandieron mucho. Otras solo vivieron por un tiempo. Algunas solo fueron conocidas por muy pocos...

Reconozco que me costó mucho aprender tu música. Aunque me embriagaba y me atraía poderosamente, me costaba mucho ponerme al nivel de tu vibración. Desafinaba, no sabía como encajar en tu armonía. Me pregunto si al resto de la humanidad le habrá sido fácil aprender a reconocer tu música. A juzgar por la cantidad de veces que tus valores universales se han truncado, y por la cantidad de veces que los pueblos de la humanidad han luchado entre ellos sin entender que quizás estuviesen diciendo lo mismo en diferentes lenguajes; te viste obligado a callar para que la gente no tuviese más remedio que aprender a escuchar tu armonía en el silencio, porque tu música es tan ilimitada que hasta en el mismo silencio penetra. Así la liberaste de las formas y los lenguajes que tanto daño te hicieron e hicieron a la humanidad cuando los hombres dejaron de entender que tenían que adaptarse a tu armonía y cada uno quería, a su manera, de llevar su voz cantante, prescindiendo del Director del Coro Universal. Empezaron a desafinar en medio de su orgullo pensando que su timbre de voz era mejor que el de otros. Desafinaban y no se daban cuenta. Siempre pensaban que eran los otros los que tenían la culpa de los desafines, no ellos. Se enzarzaron y se pelearon. Y no fueron a pedir consejo al Director del Coro Universal, ni a aquellos que habían aprendido a servir en tu orquesta. Te echaron, porque pensaban que se valían solos y tú te viste obligado a esconderte en el silencio, y en la ausencia de formas, tu origen. Donde sólo aquellos que te anhelaban de verdad sabían que te encontrarían. Dónde Tu sabías que nadie podía competir contigo, porque el lenguaje de los hombres y sus limitaciones nunca podrían llegar hasta allá. El resultado para la humanidad fue un desastre. Pero ellos eligieron eso. A los pocos que te amaban, Tú Te diste en secreto la ciencia de un Amor que la Humanidad no ha tenido el privilegio de conocer. Pero... ¿Quizás no estén todavía esperando encontrarte?... Él quisiera cantar con todos, compartir su felicidad con todos... ¿Es que no queréis conocerLe? Sólo hay que aprender a guardar silencio y sentir en lo más hondo de nuestro ser su armonía vibrando, aunque sea con un débil murmullo. Ese es el comienzo de un camino difícil pero esperanzador, que nos llevará a escuchar su música cada vez más perfectamente y a armonizar con Él con mayor capacidad hasta convertirnos en músicos titulados de la orquesta Universal.

Ningún pueblo ni ninguna nación está obligado a abandonar "su lenguaje" para incorporarse a esta orquesta de conciencia cósmica. Es más, cada pueblo y cada religión pueden y deben de conservar sus tradiciones y legados de sabiduría, a través de los que has querido enseñarles tu canción. Pero deben conservarlos y cantarlos sin dejar de escuchar tu base armónica. De lo contrario sus melodías serán como címbalos desafinados que ensordecen los oídos, como un instrumento de sonido hueco que hace ruido y no dice nada. Así como cada músico de la orquesta se especializa en su instrumento, así cada pueblo puede y debe ser fiel a su tradición. Esta tradición no debe ser vivida con fanatismo, porque si no entendemos que más allá de las formas de las tradiciones y de las letras de las palabras se encuentra tu base armónica, nunca aprenderemos a vibrar en armonía.

Mi amor por Tí, me ha llevado a aprender tu armonía y tu música. Me costó mucho porque soy torpe. Y aún sé que tengo mucho por aprender todavía. Pero ya intuyo con claridad los giros de tus cadencias. Creo haber encontrado el secreto de la Ciencia de tu Amor. Quiero cantar contigo y cantárselo a la Humanidad, para ver si entre todos podemos hacer visible y audible tu Canción. Los métodos de trabajo que cuento en este libro sólo implican práctica y voluntad. Quiero enseñarlos sin obligar a nadie a dejar su religión. Cada uno elegirá la forma, el timbre y el instrumento que quiere dar a su canción y a su religión. Estos métodos de trabajo espiritual se pueden practicar sin ir en contra de las tradiciones religiosas de nadie, porque lo que buscan es crear armonía, en un nivel personal, familiar y social también, por ello la base de está música ha de ser común y necesaria para todas las religiones. Incluso para el escéptico, para el que no cree en nada, habrá una forma de cantar que respete esta armonía. Quizás entonces aprenda a sentirTe.

En esta Orquesta Cósmica, además de existir un Director General, un Demiurgo Creador, también hay algunos músicos muy experimentados que han aprendido mucho. Incluso pueden hacer de suplentes de este Director General. Estos son los Maestros de la Espiritualidad y los ayudantes del Músico principal que están dispuestos a echarnos una mano si es que queremos aprender a vibrar con esta conciencia. Proceden de distintos pueblos, lenguas y culturas. Cada pueblo y cultura puede conocer los suyos. Pero entre todos se entienden porque son músicos de esta orquesta universal. Si cada pueblo encuentra sus Maestros, pero no ha aprendido a reconocer a otros, es posible que todavía falte mucho por aprender. A todos les debemos la misma gratitud. Pero recuerda, que la afinación precisa no se consigue de golpe. La cuerda se va templando poco a poco. La maestría en esta música del alma es un proceso lento y esforzado, pero muy gratificante al final. Los Maestros de esta Orquesta Universal, se sintieron tan atraídos por la música que Tú le entregaste a la Humanidad en tu Amor, que sintieron vibrar en ellos el Amor que habías puesto en esta música de forma tan intensa, que cayeron enamorados ante tu Majestad y Grandeza, y ya no quisieron otro Director ni otra guía, sino la que Tú les encendías. Tuviste que llevártelos a tu escuela y allí les enseñaste. Su Amor por ti era tan grande que se esforzaron por amarte cantando. Y en su Amor también quieren que otros seres se unan a ti en este concierto de dicha instantánea y eterna. Yo también te amo pero soy torpe. Enséñame y ayúdame a enseñar lo poco que sé para que pueda cantar dichosa la canción de amor más hermosa de la Tierra.

Yo ya no pertenezco a ninguna religión. Quiero cantar más elevado, te anhelo intensamente. Quisiera entonar la tónica de tu modalidad principal. Te quiero muy cerca. Por eso, la voz que elijo en esta orquesta y coro es aquella en la que se han acabado las formas y los nombres. Ahora toca recorrer el camino de vuelta. Volver al origen de tu música ¡Que dicha, mi Amado, volver a ti para siempre y ya nunca más perderme! Los conceptos me sobran, las religiones en su forma externa también. Ya sólo eres Tú.

 

 


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5.2.1 Limpieza y eliminación de impurezas psicológicas (*).

 

Este capítulo puede ser difícil de comprender si no se ha leído todo el libro. Hay continuas referencias a capítulos anteriores. No obstante, constituye el eje fundamental del mismo, y por ello me ha parecido importante hacer una referencia de él en mi web.

En el apartado "Venga ya la dulce muerte", de esta web, escribo una adaptación de dicho capítulo, con la misma enseñanza que contiene el libro; pero con algunos cambios para que aquel que no se haya leído el libro, pueda entender sin problemas el eje fundamental sobre el que se articula el libro.

 

 


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