CASTILLO INTERIOR - Cristina Sánchez Rodríguez

"Dichoso el corazón enamorado" (Santa Teresa de Jesús)

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"Dichoso el corazón enamorado ..."

TRAS LOS PASOS DE LOS ANACORETAS

Posteado el Martes 02 de Septiembre de 2014 a las 17:35

 




Queridos lectores:

Me gustaría compartiros mi experiencia en el retiro que he organizado, junto con mi marido y unos pocos amigos, en un pueblo singular de la provincia de Segovia.

El pueblo ya de por sí invita al simbolismo místico, posee una fertilidad excepcional y la tradición de ser habitado por anacoretas se remonta a más de mil años atrás. Enclavado en un valle, flanqueado por hoces de piedra caliza, entre las que afloran numerosas cuevas y con tres fuentes de origen natural, con un agua limpia y pura, hacen del lugar un espacio ideal para las huertas. Y también una bendición de la Madre Naturaleza para aquellos anacoretas que decidían huir del mundo, ocultarse en sus cuevas y sustentarse con el agua de los manantiales y los frutos de la tierra.






Entre la belleza y armonía del lugar hay un mensaje oculto, un recuerdo velado de la silenciosa presencia de los antiguos ermitaños y que aún se respira en el ambiente. El símbolo de la cueva, entrada hacia nuestro interior, nuestro subconsciente, necesaria para el auto-conocimiento. También como símbolo del ocultamiento del místico al mundo. Y la fuente, la secreta fuente que mana, no se sabe muy bien de que manantial escondido, ya que velados están sus arroyos subterráneos, y que nos ofrece un agua limpia y pura. Todos ellos, la cueva y la fuente, tan usados en la lírica de San Juan de la Cruz y símbolos universales de la literatura mística de todos los tiempos.

La tradición local nos habla de la presencia por estos parajes de estos anacoretas: Santa Engracia, San Valentín y San Frutos. Este último con un don especial para hablar "el lenguaje de las aves." (otro símbolo místico que ahora no comentaré). Pero es posible que hubiera algunos más ya que la zona ofrece multitud de cuevas y fuentes naturales que le convierten en un alojamiento ideal para amantes de este estilo de vida. En el río Pirón nos encontramos la cueva la Vaquera y la ermita de Santiaguito, donde vivió otro de estos silenciosos que pasan por el mundo sin hacer ruido. La cueva de los siete altares, en otra zona cercana, en el parque natural de las Hoces del Duratón es otro vestigio milenario, de la época visigoda, de la existencia de grupos eremíticos.






Y como la historia se repite, hemos vuelto nosotros, a dejarnos inspirar por la energía favorable del lugar y dedicar unos días para vivir la íntima presencia de Dios, el contacto con la naturaleza y el estudio sobre nuestra psicología, tal y como los antiguos contemplativos, libres de cualquier atadura y vínculo social, hicieron en su día.







Con una disciplina casi monacal , hemos disfrutado, mi marido y los pocos amigos que se han atrevido a acompañarnos y seguir ese plan de trabajo. Puede parecer muy duro levantarse a las dos de la madrugada a meditar pero la atmósfera y el silencio de la noche dan un sabor especial a esa meditación que compensa con creces el esfuerzo de despertar en medio de la oscuridad. La meditación unos minutos antes del amanecer (otro dulce madrugón), cuando las últimas estrellas de la noche se apagan, cuando el olor de la mañana inunda nuestros ejercicios de pranayama y cuando los pájaros empiezan a cantar sus primeros trinos en un orden protocolario y casi matemático. Es esta otra de las sorpresas, que a la experiencia misteriosa y suave de la noche que le ha precedido, le aportan la fuerza de la renovación del día y la comunión con los primeros rayos del Sol.

Siguiendo el canon impuesto por el Astro Sol y fusionándonos con Él, en especial cuando sus rayos son más amigables, amanecer y atardecer, hemos conseguido la armonía organizativa que dicho retiro requería. Armonía que danza al son de los propios ritmos de la naturaleza, de nuevo, tal y como siempre, los anacoretas han hecho por generaciones. Y de nuevo y como siempre, imitando el ritmo del cosmos y de los astros. Y de los átomos que danzan como pequeños sistemas solares en nuestro microcosomos humano.

Ha sido un retiro muy equilibrado, donde no ha faltado el ejercicio físico del yoga y los paseos en naturaleza, para tener una base de equilibrio en nuestro cuerpo físico, que será siempre nuestro vehículo para la conquista del espíritu. También hemos leído, estudiado mística y cábala, reflexionado sobre contenidos espirituales, con el fin de analizarnos, conocernos mejor y poder aplicar los beneficios de la meditación y el autoconocimiento íntimo del ser a nuestra vida cotidiana. Y por su puesto hemos orado elevado la emoción en la contemplación de todas cuantas actividades hacíamos: físicas, yoga, trabajo en casa, intelectuales y observación de la belleza natural que nos rodeaba.

Un retiro moderno, en el sentido de integrar tradiciones y corrientes que hace miles de años no tuvieron la oportunidad de encontrarse físicamente. Un retiro moderno ya que tiene la visión integradora de cuerpo, mente, emociones y espiritualidad. Un retiro libre de fines comerciales y publicitarios. Un retiro en el que ha primado la calidad frente a la cantidad. Un retiro de unos pocos, tal y como los anacoretas eran. De esos pocos de los que el mundo tiende a olvidarse, y que mejor sea así. De esos pocos que son sencillos y huyen de títulos, reconocimientos sociales y esconden, en medio de la sencillez, el tesoro de la vida espiritual.


 

 


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