Ayer celebramos en el hemisferio norte la llegada del verano y el solsticio de dicha estación. Es la fiesta por excelencia del sol, produciéndose el día más largo del año.
Desde tiempos inmemoriales, diversas culturas y civilizaciones han festejado dicho acontecimiento cósmico.
Pero conmemoramos además, dos motivos más recientes y también muy significativos. Uno de ellos es el día mundial de la música. Nada mejor que hacerlo coincidir con un festejo dedicado al Disco Solar y a la alegría del verano. En muchas ciudades europeas se realizan variadas actividades musicales para hacer honor a tan señalada fecha.
El otro es el día mundial del yoga que recientemente, la O.M.S. ha reseñado, debido a sus beneficios en la salud física, mental y espiritual de las personas. No ha podido haber mejor coincidencia. Hacer yoga con música, en especial la música clásica, es agradable y motivador. La música también se puede usar como elemento especial para guiar y enfocar una práctica de meditación o raja yoga. Por otro lado, el sol siempre fue fundamental a lo largo de toda la cultura del yoga, siendo los amaneceres y atardeceres, momentos ideales para bañarse con los suaves rayos de sol, y elegidos por los yoguis para realizar sus ejercicios. El mejor testigo de este hecho es la secuencia básica de posturas conocida como "Saludo al Sol" o "Suryanamascar", en sánscrito.
Así pues, me siento muy contenta de que estos tres motivos, yoga, música y sol; se hayan unido en tan señalada fecha. Yo le rindo culto a los tres, intentando aprovechar al máximo los beneficios que cada uno me aporta.