"Dichoso el corazón enamorado" (Santa Teresa de Jesús)

Algunas personas que visitan mi web, o mi perfil en facebook se preguntan a que tipo de religión, o grupo institucionalizado religioso pertenezco yo. Tal vez se cuestionen si soy católica, o si soy gnóstica, o musulmana, o judía, o una yogui de alguna escuela en concreto. Nada de eso corresponde con la realidad. Por regla general, a los seres humanos les gusta clasificarlo todo, crearnos esquemas mentales de como las cosas son, y en base a ellos juzgamos a los demás considerándoles buenos o malos, y considerando si debemos seguirles o no, hacerles caso o no. No es la mente ni sus esquemas los que deben de darnos una respuesta. Yo no pertenezco a ninguna institución religiosa en concreto. Si bien, utilizo "métodos" de trabajo espiritual que están basado en las enseñanzas de algunos maestros y pueden ser también aprendidos en algunas organizaciones de tipo espiritual. No obstante la aceptación de esos métodos de trabajo espiritual no viene dada, en mi caso, por mis conjeturas mentales de si considero algo bueno o malo, sino por la práctica real de que ese método me ha ayudado a conseguir resultados positivos en mi vida. Los métodos de trabajo espiritual son íntimos y se viven en el interior de cada cual, no es necesario para aplicarlos el pertenecer a ninguna escuela e institución de tipo religioso, aunque a muchos les guste compartir, y estas escuelas sirvan también de marco para que personas afines puedan compartir sus experiencias y ayudarse mutuamente, en último término la práctica espiritual es una cuestión íntima y personal y no puede estar supeditada a ninguna organización. Quisiera haceros llegar el discurso de Krishnamurti cuando disolvió la "orden de la Estrella" y los motivos que le llevaron a hacerlo. Por mi parte me adhiero a su planteamiento de no pertenecer a ninguna institución espiritual determinada. No obstante, y en base a ese tipo de "libertad espiritual" de la que él habla, tampoco quisiera condenar rotundamente la existencia de grupos e instituciones religiosas. En mi opinión tienen sus cosas buenas y a muchas personas les ayudan. Pueden servir para preservar las enseñanzas de un maestro determinado, para que ciertas personas tengan un marco donde puedan ejercer la caridad... Si sabemos pertenecer a una institución espiritual con la suficiente apertura de mente y corazón, sin quedarnos esclavizados en ella y siempre intentando mirar más allá de los límites que nuestra propia institución religiosa nos impone, tal vez el hecho de pertenecer a un grupo no tendría porque frenarnos en nuestro avance espiritual. Por otro lado, aunque mucha gente busca maestros para "apegarse" a ellos y que éstos les eleven, sin que ellos lleguen a hacer un verdadero esfuerzo por vivenciar, por interiorizar las enseñanzas de ese maestro en el plano de la práctica interior; también es cierto, que en determinados momentos la ayuda de un buen maestro espiritual puede ofrecer estupendos recursos de elevación al buscador sincero. Quisiera poner las palabras del Maestro Swami Sivananda que considero ilustran muy bien esta idea: "Búscame, y quédate conmigo un tiempo, pero no demasiado" Jesús, pese a tener su grupito de discípulos a quien ofreció su generosa ayuda y orientación espiritual, también llegó a decirles: "Es necesario que yo me vaya, porque si no, el Espíritu del Padre no advenirá a vosotros". Por encima de cualquier maestro, por muy bueno que sea, cada uno de nosotros tiene sus Padres internos, que son de alguna manera sus maestros, con los que tienen que aprender a comulgar por medio de la oración y la meditación íntima.

Sirvan todas estas palabras, sólo como una orientación y reflexión personal, pero no algo sobre lo que dogmatizar.

Para terminar, quiero añadir el discurso de Krishnamurti, al que podrás acceder si pinchas sobre las palabras siguientes: