Esta frase anónima está grabada en piedra sobre la fachada de una casa señorial de Aguilar de Campóo. En ella resuenan los ecos tÃpicos de nuestra literatura del siglo XVI, especialmente los de la pluma de oro de Santa Teresa de Jesús y San Juan de la Cruz.
"Vivo sin vivir en mi,
y tan alta vida espero,
que muero porque no muero."
Santa Teresa de Jesús
"Quien sepa morir a todo, tendrá vida en todo."
San Juan de la Cruz
Pero esta señal situada en el siglo XVI de este paÃs que se derrumba moral, polÃticamente y económicamente; es un destello del Eterno Sol que se levanta todos los dÃas. Para aquel que no es arrasado por las corrientes negativas de la degradación que pueden acabar llevando a la destrucción de una persona, familia o incluso paÃs, este Eterno Sol se levanta todos los dÃas y se ve incluso más radiante después de la tormenta, con una alegrÃa agridulce, viendo como eres dichoso en medio de tanta aflicción como tienen las gentes, viendo como rescatas tu vida con la dicha espiritual que se yergue sobre las escorias de la muerte del materialismo, mientras otros mueren sepultados bajo la mismÃsima vida materialista que les ahoga. Las épocas de crisis, de dificultades, que traen un cierto fin material de privilegios que disfrutábamos... son ideales para poner a prueba si realmente nos aferramos a la vida de este mundo o a la de un Cielo superior. El fin de este mundo, el fin de los tiempos, conlleva que los que son de este mundo y de estos tiempos perecerán con ellos. Quienes no son de este mundo ni de estos tiempos se levantarán todas las mañanas como el Eterno Sol, siempre con rayos renovados. Los que no son de este mundo aman la muerte del mundo, pues en ella son capaces de encontrar una vida superior.
Para que la vida quede en la muerte hay que velar, vivir en Ãntima recordación, en Ãntima oración, en estado de auto-observación psicológica, tal y como nos decÃa el Maestro Jesús: "VELAD Y ORAD"
Vemos pues, el mismo eco inmortal repetido en palabras que no perecen, que son eternas, que no pertenecen a ninguna época ni son de ningún tiempo, pues pertenecen a la Eternidad. Veamos ahora las mismas palabras en boca de otro Maestro escritas en la mitad del siglo xx, época también de grandes dificultades, pero darÃa igual la situación temporal, ese Maestro no tiene época y tienen su validez en cualquier momento:
"Velad y Orad fue la herencia que Cristo dejó a los audaces. Velar es hacerlo todo despierto; orar es sentir un ardiente deseo de SER.
Más, quien ore y quien vele, aun cuando lo haga de un modo imperfecto, recibirá generosa ayuda y habrá de aprender a recibirla también generosamente...
La ayuda está AquÃ, y es Ahora.(...)
"Hazte ojos para ver, oÃdos para oÃr, ábrelos, escucha y despierta para poder también morir.
¡Morir Ãntegramente de una sola vez!
Porque la plenitud que es ella, la Princesa Sac-Nicté, la Blanca Flor del Mayab, sólo la encuentran los hombres en cuyas venas corre la sangre del linaje Maya; son los que nacen a la vida que enciende el beso de sus labios, y ese beso es el beso de la más dulce muerte porque es el besar de la Resurrección con la que toda carne verá la salvación de Dios.
Despertarás un dÃa y luego morirás y serás libre, (...)"
La dulce muerte no te hace sentirte indignado por las contrariedades y dificultades de estos tiempos. Observas, dichoso y compasivo al mismo tiempo, desde la atalaya de tu estado de contemplación como todo se derrumba y las gentes sufren con ello, se frustan, rabian, protestan inútilmente...se dejan llevar por los torbellinos del rÃo de materialismo que les está desbordando y haciendo que todo pierda su equilibrio. Pero él que está por encima de todo esto, con ayuda de su Madre Divina, ya no pertenece a este mundo y queda al margen de él. Y aún si tiene que bajar al torbellino del mundo para ayudar, su estado de equilibrio, sostenido por un hilo que le conecta con el Cielo, le ayuda a favorecer con generosidad los desperfectos generados por un desequilibrio materialista llevado al exceso. Aún sin ser de este mundo, esa clase de personas, le favorecen para que continúe existiendo, y los que aquà abajo siguen puedan gozar todavÃa de un poco más de felicidad. Por algo se dice en el Zohar: "Por causa de los justos, el mundo se sostiene"
La muerte es dulce siempre, para lograr el mundo por venir, para ser más justo, para lograr el Cielo y también para favorecer este mundo de ahora en todos los tiempos. Quien apueste por esta muerte dulce, no se sentirá frustrado nunca. Tal vez sienta una tristeza compasiva por ver a la humanidad doliente revolverse entre sus miserias, pero nunca indignado, ni rabioso, ni frustrado ni deprimido. Esos sentimientos no pertenecen a la Eternidad. Son del vendaval materialista, del excesivo deseo, apego a maya, que se entrechocan al no conseguir lo que quieren porque estos tiempos se derrumban. El deseo es la causa del sufrimiento nos enseñó Buda. Esos sentimientos, fruto de deseos insatisfechos, han de morir para hacernos saborear la dulzura de la verdadera muerte mÃstica que nos llevará a un estado de Existencia, Conocimiento y Felicidad Absoluta; un estado de Sat-Chit-Ananda (Ser-Conciencia-Bienaventuranza). Incluso, si es necesario luchar por algo en este mundo, la lucha que nace de ese estado, no es violenta sino pacÃfica, equilibrada, constructiva, tal y como nos muestra el Dalai Lama con su ejemplo y otros muchos Maestros que han realizado Obras de servicio activo y desinteresado en este mundo, a partir de este mundo, para llevar a la humanidad a otro nivel más superior que ya no es tan de este mundo.
"Niega tus deseos y hallarás lo que desea tu corazón. "
"Quien sepa morir a todo tendrá vida en todo"
San Juan de la Cruz
Para los que queráis saber un poco más sobre esta dulce muerte mÃstica y su técnica de aplicación, os remito a mi libro "Venga ya la dulce muerte mÃstica", publicado en una de las secciones de esta web.
