CASTILLO INTERIOR - Cristina Sánchez Rodríguez

"Dichoso el corazón enamorado" (Santa Teresa de Jesús)

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"Dichoso el corazón enamorado ..."

EL SENTIDO MÍSTICO DE LA MUERTE SEGÚN LOS TIBETANOS

Posteado el Martes 12 de Febrerode 2013 a las 17:03

 

La idea de exponer la muerte como una transformación aplicada a todos los ámbitos de la vida, y en especial al psicológico y al místico, no es algo tomado exclusivamente de la tradición mística cristiana expresado en las obras de Santa Teresa de Jesús y San Juan de la Cruz. Esa idea también subyace entre los muchos significados ocultos del "libro tibetano de los muertos". La mayoría de las personas piensan que este esotérico libro trata solo de una preparación para el momento de la muerte física, pero en realidad va mucho más allá de eso. Se habla también de una muerte psicológica, en el sentido en como la explico en mi libro "venga ya la muerte mística", porque es este tipo de muerte, la que nos preparará también para el tránsito de la muerte física cuando esto acontezca. Como ejemplo argumental de lo que estoy diciendo, quisiera transcribir un fragmento de unas notas previas escritas al "libro tibetano de los muertos". La información está desarrollada por Robert A. Thurman, experto conocedor de la cultura tibetana y reconocido por el Dalai Lama. Os dejo pues con las palabras de Robert. Al Thurman:

"(...)Los tibetanos observan que todos pueden morir en cualquier momento y en cualquier lugar. Nuestro sentido de la concreción de la situación de la vida, de la solidez del mundo despierto de los cinco sentidos y sus objetos, es un completo error. Nada de lo que creemos ser, hacer, sentir o tener , tiene ninguna esencia, substancia, estabilidad o solidez. Todo lo que sopesamos y lo que está a nuestro alrededor, con lo que nos preocupamos de la mañana a la noche, es potencialmente nada. Si morimos, se disolverán en nuestro más intenso abrazo, se olvidarán si estaban en nuestra mente, se perderán si estaban en nuestra mano, desaparecerán en el más plano de los entumecimientos si eran nuestra mente y nuestro cuerpo. Sorprendentemente, una vez que nos acostrumbramos a la omnipresente posibilidad de morir en vida, nos sentimos enormemente liberados. Nos damos cuenta de que esencialmente somos libres a todas horas y todas las situaciones. Nos damos cuenta de que toda compulsión está basada en la ilusión de una continuidad substancial, de una substancia perdurable, de una esencia que nos ata. Nos sumergimos completamente en medio de la libertad. Nuestra participación en la relacionalidad es, en realidad, totalmente voluntaria. Este sentido de la urgencia de libertad es vigorizante. Esta elevada comprensión de la muerte está asociada con Yamantaka, el Terminador de la Muerte, que es la más aterrorizadora personificación de la sabiduría del desapego, la realización de la vacuidad de la nada.(...)"

Este es el sentido desde el cual me gustaría que fueran vividas las técnicas de transformación psicológica que explico en mis libros. La misma idea, tanto en la mística cristiana como en la de oriente. Y esto viene de antiguo, cuando seguramente fue muy improbable que cristianos y tibetanos tuvieran un intercambio de sus ideas. ¿o conoció acaso Teresa de Jesús el libro tibetano de los muertos? Lo más seguro es que no, pero la intuición espiritual, desarrollada por un adecuado trabajo interno une culturas, mentes y corazones. Une porque Dios es eso, es Unidad.

No me gusta contar mis experiencias, pero en ese caso lo haré, solo con la humilde intención de ilustrar una vez más mis palabras y agradeciendo a la Divinidad miles y miles de veces la gracia que me otorga en aportarme este tipo de vivencias, que tanto me fortalecen espiritualmente, tanta felicidad me proporcionan y tantas sombras disipan en mi camino: Fue una experiencia astral consciente. Me sentía muy feliz y volaba por los aires. Pertenezco al mundo de los muertos, (me dije), estoy muerta. Ya nada me preocupa, nada me hace sufrir, nada me inquieta. No me importa si tengo amigos o si no los tengo. Si mi trabajo es reconocido o si no lo es. Si tengo renombre o si no lo tengo. En la No-dualidad esas cosas carecen de sentido. En este mundo de muertos nadie sufre por pagar la hipoteca, por la educación de sus hijos, por conseguir poder, por tantas y tantas cosas... como estamos muertos, eso ha desaparecido para nosotros. Cogí de la mano a algunos que estaban conmigo y juntos volábamos. Pero yo sabía, que cuando se acabase ese "sueño consciente" volvería a mi cuerpo físico. Sabía que seguía "viva" y mi cuerpo descansaba en la cama. No obstante también sabía que tenía que llevarme ese estado y esa actitud a mi vida material una vez regresase para continuar viviendo en ese estado de bienaventuranza.

Si cuento esto es simplemente para ayudar a que la gente sea feliz y también pueda alcanzar un adecuado estado psicológico. También para clarificar el tipo de lenguaje místico que utilizo. Ójala que cada ser humano pueda darse cuenta de esto por si mismo, sin que nadie tenga que venir a demostrar a nadie nada, simplemente guiado y ayudado por un método adecuado de trabajo espiritual.

Cuando mostramos desagrado a las cosas del mundo exterior que no nos gustan, aunque no nos demos cuenta, estamos siendo atrapados por la dualidad y por el apego a este mundo de la ilusión. Quisiéramos un mundo mejor en realidad porque estamos apegados a él. Ese "querer", ese "desear" es un principio dirigido hacia este mundo transitorio y nos crea un tipo de sufrimiento que solo pertenece al mundo de la dualidad y del que tenemos que aprender a separarnos. No es posible que este mundo físico sea perfecto porque es finito y dual y Dios es infinto y no-dual. No obstante ese mundo dual está incluido en el no-dual. Eso permite que podamos ayudar desde la no-dualidad a que esa dualidad se asemeje y se eleve un poco más hacia ella. Pero sólo ayudaremos a elevar un poco más la realidad física en la que vivimos si nos desapegamos totalmente de esta concreción material descendiendo a ella sin llegar a poner los pies en el suelo, sin apegarnos a nada. El apego o la repulsión hacia distintos aspectos de la vida son dos caras de la misma moneda y pertenecen al mundo de la dualidad como ya he dicho. Elevando el corazón hacia la morada de los muertos, donde las formas se disipan, los conceptos se difuminan y las ataduras se rompen, aunque sigamos presentes en esta concreción física, las cosas ya no se vivirán igual. El ser humano será así un puente entre lo finito y lo Infinito.


 

 


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