"Dichoso el corazón enamorado" (Santa Teresa de Jesús)

¿Por qué trece Midot? El número trece tiene un sentido kabalístico. En el tarot egipcio, la carta número trece representa la muerte:

El tarot egipcio es el más antiguo que existe. De todos es sabido que los antiguos israelitas vivieron en egipto, y que Moisés fue educado en la cultura egipcia. Aunque ellos se separaron de los egipcios tras el éxodo, podemos encontrar muchas conexiones culturales y espirituales entre algunos principios de la religión egipcia y ciertas cosas que aprovecharon los israelitas. Ciertamente, desecharon la idolatría y el politeísmo practicado por los egipcios, pero tomaron más cosas de ellos de lo que nos imaginamos. Antes de la llegada de Moisés, ya hubo un intento, por parte del faraón Akhenatón de impulsar el monoteísmo a través del culto al disco solar Atón. La palabra hebrea "Adom" que signifca "Señor" es una derivación del "Atón" egipcio. Hay salmos en la biblia que son muy parecidos a los cantos de adoración al Sol Atón que este extraño faraón entonó para honrar el disco solar. Se podría hacer un trabajo de investigación más profundo sobre las raíces del primitivo hebraísmo en la religión egipcia, de la misma manera que el cristianismo deriva del judaísmo, el hebraísmo derivó de las influencias religiosas de otras culturas con las que los israelitas tomaron contacto, aunque luego ellos elaboraran su propia religión con un tinte y sabor muy particular. Es obvio que todas las religiones, tanto las del presente, como las del pasado, derivan del mismo manantial, tienen el mismo orígen, esa "fonte escondida" de la que nos habla San Juan de la Cruz. Un verdadero místico y cabalista que se precie de serlo, sabe "cavar" en las profundas "cavernas del alma" para encontrar los canales por los que circula la herencia espiritual de cada pueblo hasta descubrir donde se unen todos los caminos, la Unión de los caminos del Único, de Adonay Elhoinu, Adonay Ejad.

El tarot es un sistema de símbolos asociados a una numerología que fue asimilado por distintos pueblos y culturas y de ahí la derivación de los diferentes tipos de tarot que existen. De todos es sabido la importancia de los números en la mística hebrea y esto está muy unido a las influencias del tarot.

(Escrito por el judío mesiánico Saúl de Tarso en CorintiosI; 15: 36)

El número trece, "la muerte" en el tarot, no es una carta tan mala, como muchos pueden pensar. La muerte se entiende en un sentido positivo, como transformación. La semilla ha de morir para germinar. Los cuerpos que mueren en la naturaleza son transformados en nuevas sustancias que vuelven a retroalimentar a la vida. "La muerte" aplicada a nuestra psicología implica también transformación. Eliminación de "kelipot" para ser transformadas en "midot" En las corrientes místicas orientales se habla del sentido místico de la muerte del ego, como un proceso necesario para que la esencia divina, bien sea la naturaleza búdica o de Atman ( según hablemos de budismo o hinduísmo) pueda florecer y expresarse a través de nuestras acciones cristalizadas en forma de "midot" Los místicos cristianos también hablan de "la muerte mística".Tras esa transformación expresada esotéricamente con el simbolismo de la muerte, se alcanza pues la unión con el Yo superior de Atman, como es llamado en algunas escuelas de línea hinduista, o simplemente la Unidad de Ser libre de los condicionamientos del ego. Sea como se llame ese estado final, es obvio que implica bienaventuranza, alegría, felicidad, plenitud, equilibrio de vida y florecimiento de midot. Un se covierte así en un "Tzedak", que en hebreo significa "justo" Recordemos lo que nos dice el "Zohar": "por causa de los justos el mundo se sostiene." Se sostiene el mundo exterior, ya que la humanidad gana karma positivo a través de las buenas acciones de estos seres y también el interior, donde las diferentes dimensiones o "sefirot"del árbol de la vida se equilibran sosteniéndose unas a otras en armonioso juego de fuerzas opuestas y complementarias, de la misma manera que una pareja de hombre y mujer se equilibran, o los diferentes acordes de una obra musical crean una sublime armonía a través de las disonancias, consonacias y contrapunto que se entretejen en la música. No es fácil acceder a esta "justicia" interior; pero cuando se alcanza, los sefirot brillan como una radiante constelación en el universo de nuestro alma, hacen un dibujo perfecto, igual que el castillo de naipes que se sostiene cuando todas las cartas están colocadas en su punto justo, se entrelazan de la misma manera que las sustancias atómicas se combinan para formas sustancias y moléculas, adquiriendo así la forma microscópica del más hermoso cristal. El alma se torna un brillante diamante. Duro y firme en la virtud. Hermoso y resplandeciente como el Sol de la mañana.

" Ashreinu, ma tob jelkenu, ma tob Elokheinu. Umá na`ím; na`ím goralenu. Umá yafá meod yerushatenu."

Felices somos, ¡Cuán buena es nuestra porción! Felices somos, ¡Qué bueno es nuestro Dios!

¡Y cuan grato nuestro destino!¡Qué bella es nuestra herencia!

Vamos labrando nuestra herencia positiva, nuesto karma positivo con el trabajo interior de cada día. Y rescatamos en ello la herencia de vidas pasadas que conectan con nuestra raíz cultural. Dichoso el hombre que posee una herencia forjada por haberse esforzado, vida por vida, en equilibrar, integrar y unir en su alma las diferentes sefirot del árbol de la vida, en todos los niveles en los que el Ser se expande, tanto en los más ocultos como en los más manifiestos.